La innovación es un proceso que permite el desarrollo de elementos, ideas o protocolos que ya existen, mejorándolos o directamente desarrollando nuevas soluciones que impacten al entorno en el cual se desarrolla, incorporándolas y haciendo de esta manera más fácil la vida de las personas.
Innovar es estar inmerso en lo nuevo, en lo novedoso, o en la vanguardia. De hecho, la palabra innovación está compuesta etimológicamente por varias voces latinas, siendo las centrales in, “entre” o “adentro”, y novus, “nuevo”.
El Diccionario de la Real Academia Española define la innovación como “acción y efecto de innovar” o, en el ámbito más específico del comercio, como “creación o modificación de un producto y su introducción en un mercado”. Además del ámbito comercial, es posible hallar este término en contextos tan variados como el tecnológico, el empresarial o el educativo.
La innovación es una constante en la historia humana. Desde los tiempos más remotos, el ser humano ha procurado crear nuevas herramientas, adquirir nuevos saberes o mejorar lo que ya tiene, aplicando en ello su ingenio y, claro está, sus más urgentes necesidades.
Este rasgo se acentuó aún más en los siglos recientes, cuando la ciencia y la razón humana le han otorgado a nuestra especie una inmensa capacidad de descubrir el funcionamiento profundo del universo y aplicarlo a la resolución de nuestros problemas cotidianos. No debemos confundir la innovación con la investigación.